Arqueología de la guerra: logran reconstruir dos combates claves en las Islas Malvinas
SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Un grupo de antropólogos, arqueólogos de conflicto, historiadores, politólogos y veteranos realizaron la primera campaña arqueológica en las Islas Malvinas. Además, ...
SAN CARLOS DE BARILOCHE.- Un grupo de antropólogos, arqueólogos de conflicto, historiadores, politólogos y veteranos realizaron la primera campaña arqueológica en las Islas Malvinas. Además, este proyecto llamado “Los rostros y la savia de la Guerra de Malvinas” busca reconstruir dos combates que resultaron clave en el desenlace del conflicto.
Dirigido por Rosana Guber –antropóloga e investigadora superior del Conicet desde el Centro de Investigaciones Sociales (CIS, Conicet-IDES)– y con Héctor Tessey –veterano de guerra y magíster en Defensa Nacional– como subdirector, la investigación se centra en las batallas de los Montes Longdon y Tumbledown, ocurridas en junio de 1982.
“La campaña arqueológica es parte de una investigación antropológica. Es interesante resaltar cuánto y qué sabemos de Malvinas. Es un tema con diversas aristas del que muchos hablan y opinan. Pareciera que en la Argentina todos sabemos lo que pasó y considero que no es tan así. Tenemos generalidades, trascendidos y rumores de posguerra”, señala Guber a LA NACIÓN.
Añade que, además de haber concretado la primera campaña arqueológica en las islas, este proyecto echa luz sobre la guerra, que es “la gran ausente” de la literatura sobre Malvinas: “Hay material impresionista o en primera persona. Prevalece la moralización del conflicto. Pero no había hasta ahora estudios sistematizados desde las Ciencias Sociales. Para la mente de quien no ha vivido una guerra, esta investigación es muy relevante”, dice la antropóloga.
Luego de un primer viaje a las islas en febrero de 2023, un grupo interdisciplinario de especialistas, acompañados por veteranos, estuvieron en noviembre pasado explorando durante seis días la zona de los Montes Longdon y Tumbledown para mapear el terreno. Los expertos se propusieron reconstruir qué pasó entre el 11 y el 13 de junio de 1982 y en el período previo, para estudiar “la organización social, política real y concreta” en ambos combates.
El equipo analizó especialmente la logística (abastecimiento de alimento, munición, indumentaria y medicamentos) y el mando (la jerarquía entre oficiales, suboficiales y soldados), tanto en el período de relativa paz (abril) como en el avance británico hacia Puerto Argentino (mayo y junio).
Los combatesA las 22 del 11 de junio de 1982, el Monte Longdon comenzó a ser invadido por tropas inglesas, en un sangriento enfrentamiento –los relatos hablan de un combate cuerpo a cuerpo– que arrojó caídos en ambos bandos. Longdon y Tumbledown eran lugares estratégicos porque representaban una suerte de defensa natural de Puerto Argentino. Ambos combates son considerados definitorios en el desenlace del conflicto, aunque, tal como señalan los investigadores, “poco rastro ha quedado de ellos en la memoria colectiva de la sociedad argentina”.
El equipo que viajó a Malvinas iniciaba la jornada alrededor de las 5, para aprovechar al máximo la luz solar, y retornaba a las 18. Además de las inclemencias climáticas, debieron trabajar con la denominada “arqueología no intrusiva”, ya que está prohibido aplicar la técnica de excavación.
“Caminamos aproximadamente 18 kilómetros por día. Fue un enorme desafío a nivel metodológico y humano. Malvinas es un lugar complicado a nivel climático, en el mismo día tenés lluvia, nieve, sol y vientos muy fuertes”, cuenta el investigador del Conicet y coordinador del grupo arqueológico, Carlos Landa. Los expertos subrayaron, a su vez, que es la primera vez que un equipo argentino se encarga de mapear algún territorio de las islas.
Como parte de la reconstrucción, además de realizar un relevamiento no invasivo del terreno que abarca los dos montes, los investigadores apelaron a narraciones orales, documentos, material audiovisual y objetos asociados al entorno. Sumaron dos aspectos fundamentales: el punto de vista militar (a través de la palabra y la perspectiva tácticamente entrenada de los veteranos de guerra) y el reconocimiento del terreno desde la arqueología.
“La arqueología aporta mucha información de campo y de terreno, información que otras fuentes no siempre descubren”, agrega Landa. Además, se sumó la cartografía como fuente documental y el registro aéreo mediante drones. Así, se obtuvieron más de 6000 fotografías, que servirán para crear imágenes en tres dimensiones a partir de técnicas como la fotogrametría. Esto permite a los investigadores, por ejemplo, reconstruir cómo estaban distribuidas las posiciones defensivas o identificar puntos claves, como los lugares donde los grupos se alimentaban o recibían atención médica.
“El objetivo desde la investigación científica es reconstruir un hecho social que muestra a la sociedad y al Estado argentino en un determinado momento histórico, a partir de la mirada de los propios protagonistas. Es la guerra, y es en dos montes, con dos tipos de protagonistas: infantes de Ejército e infantes de Marina. Tiene, en este sentido, un eje comparativo con desarrollos en algunos casos análogos y en otros no”, comenta Guber.
MemoriaEl relevamiento en terreno permitió también llegar a nuevas hipótesis sobre las estrategias de combate, como que la propia característica del terreno fue la que les permitió a las tropas inglesas acercarse sin ser vistos, replegándose en los pliegues de esas tierras.
Además del despliegue técnico y profesional del grupo, el aporte diferencial estuvo en las memorias de Tessey, Gustavo Pedemonte y Raúl Castañeda, los veteranos de guerra que se sumaron al grupo de investigación y a esta campaña en particular. Su participación permitió interpretar huellas e identificar objetos: desde vainas de explosivos hasta botones de la capa-poncho impermeable, ampollas de analgésicos o envases de mermelada.
Para la antropóloga que dirigió el trabajo, esa memoria resulta fundamental para el proyecto: “Tiene una fuerza muy grande, porque las personas que pudieron volver y tienen claro dónde fue su posición en combate aportan elementos esenciales para la reconstrucción. Incluso aquellos que regresaron y no se ubicaban en el terreno, lograron de pronto encontrarse. ¡Fue como si los llevara un imán y, sin saber cómo, reconocieron ese lugar donde habían estado durante dos meses! Por eso, la emocionalidad y las palabras son indisociables. Se hace una arqueología en profundidad de la persona y de su historia, cosa que no podría pasar alrededor de una mesa ni ante las cámaras, a tantos kilómetros y a tantos años del campo de combate”.
Administrado por la Universidad Nacional del San Martín (Unsam), el proyecto cuenta con la participación de investigadores de esa institución, del Conicet, la Universidad de la Defensa Nacional (Undef), la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE).
Los expertos avanzan ahora en la revisión y el análisis de los datos recolectados en Malvinas. “Reconocer que no hemos tomado a Malvinas como un objeto de estudio sistemático tanto por civiles como por militares, es la primera aproximación a una verdad de investigación. Creo que una forma de honrar a los caídos es entender por qué cayeron. Tenemos que entender cómo los argentinos hicimos nuestra única guerra del siglo XX, y esto es un reconocimiento que podemos y debemos hacerles”, cierra Guber.