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Desde chica sufrió mucho por su peso. “Me avergonzaba que mi marido me mirara, me cambiaba con la luz apagada”

“Desde que tengo uso de razón tuve sobrepeso, siempre me vi y me sentí gorda. No era obesa, eso llegó después, pero durante mi infancia, adolescencia y juventud tuve sobrepeso, lo que afectó...

“Desde que tengo uso de razón tuve sobrepeso, siempre me vi y me sentí gorda. No era obesa, eso llegó después, pero durante mi infancia, adolescencia y juventud tuve sobrepeso, lo que afectó severamente mi autoestima. Tengo el recuerdo de tener siempre problemas para encontrar ropa que me quedara bien y de, habitualmente, no poder usar lo que estaba de moda por sentir que no me favorecía. Pensaba que no era linda, que nada me quedaba bien, que mis amigas o compañeras eran más lindas, atractivas e interesantes que yo”.

Con estas crudas palabras, Marcela Sum describe a la perfección aquellas sensaciones que la invadían a diario y no le permitían tener paz. Además, cuenta, en la casa sus padres y sus hermanos siempre le dijeron “gorda”, “gordita” y, a veces, “vaca”, que si bien ella cree que la intención no era dañarla, con el tiempo eso se fue transformando en un hábito que se terminó naturalizando.

“Me vi en una foto y me vi gigante, no me reconocí”

Los años fueron pasando, a la par de las dietas que fue haciendo y que no le dieron ningún resultado. Y a partir de los 15 empezó a realizar ayunos por varios días para lograr bajar unos kilos, sin la supervisión de un profesional especializado. Lograba perder “un par de kilos”, pero rápidamente los recuperaba.

“En 2011, dos años después de haber tenido a mi primer hijo y haber subido casi 25 kilos en el embarazo, me observé en una foto y me vi gigante, no me reconocí. Ese fue mi click, entendí que debía hacer algo urgente”, dice.

Una dieta muy restrictiva

En ese momento Marcela vio una publicidad en la tele de una clínica de adelgazamiento que “prometía resultados reales y rápidos”. Se trataba de una dieta de 600 calorías diarias, sin excepción, hasta llegar al peso ideal. Y para evitar tentaciones, sugerían no participar de reuniones sociales con familiares y amigos. “Con gran esfuerzo y voluntad, logré bajar 25 kilos en casi tres meses. No llegué al peso que me proponían por poquito. Quedé embarazada y, por supuesto, debí ajustar mi dieta ya que no era compatible. Luego de mi segundo embarazo mantuve un leve sobrepeso por un par de años, pero de a poco empecé a engordar nuevamente”.

En menos de dos años subió 20 kilos

Los conflictos con su madre, debido a su enfermedad psiquiátrica, la llevaron a Marcela a sentirse triste, angustiada y presionada. Sentía que estaba en un campo minado en el que cualquier cosa que hiciera o dijera, podía desencadenar un conflicto con ataques y reproches. “Eso me hacía estar cada vez más distante para evitar discusiones, pero me generaba un malestar que empeoraba aún más las cosas. En menos de dos años subí más de 20 kilos. Todo eso me provocaba mucha ansiedad y recurría a comer lo que tuviera a mano sintiendo o no hambre y sin importar si el alimento me gustaba o no”, confiesa.

“Me preocupaba morirme y dejar a mis hijos sin su madre”

Marcela cuenta que no podía sostener las dietas y que tenía momentos en donde comía lo que no debía o, por el contrario, pasaba muchas horas sin comer, salteándose el desayuno, el almuerzo y hasta la merienda, lo que claramente le hacía mucho daño a su metabolismo.

Con la actividad física nunca se enganchó al 100%. Si bien fue a varios gimnasios, probó con personal trainers, hizo tenis y Funcional, no logró tener constancia en ninguna de esas disciplinas. El panorama, entonces, era cada vez más complicado.

Algunas de las escenas que grafican la manera en que Marcela se percibía y se autovaloraba transcurrían en la intimidad con su marido. “Me sentía avergonzada de mí, me veía muy mal, me avergonzaba que mi marido me mirara, me cambiaba en el baño o con la luz apagada. No quería verme ni que me vieran, me autocastigaba mucho y no veía la salida. Sabía que mi salud podía quebrantarse y me preocupaba morirme y dejar a mis hijos sin su madre”.

¿La última solución?

A raíz del muy buen intercambio que Marcela tuvo con su psicóloga logró ordenar, de a poco, sus problemas. Eso la llevó a tomar la decisión de realizarse la cirugía bariátrica y de Roux (tiene una doble función ya que es restrictiva y metabólica). Se sentía emocionalmente preparada para esa intervención.

“Una tarde vi una entrevista en la tele a Lourdes Ferro (una muy reconocida astróloga uruguaya) que contaba que se había operado y que había bajado 40 kilos, pero más allá de los números me sentí muy identificada con ella porque contaba cómo se sentía antes y todo lo que había cambiado su vida con esa operación. La contacté por su Instagram y me mandó unos hermosos mensajes de aliento, apoyo y consejos para estar mejor”.

“Me daba pánico tener que ir a la playa”

Marcela viajó desde Montevideo hasta Buenos Aires para conocer al Doctor Guillermo Muzio, quien de entrada le transmitió mucha confianza y respondió a su larga lista de inquietudes.

En ese momento pesaba 103 kilos y su Índice de Masa Corporal (IMC) era mayor a 40 por lo que su diagnóstico era obesidad grado 3 u obesidad mórbida.

“Previo a la cirugía sentía que había tocado fondo, ya no podía controlar mi peso y eso me hacía estar muy triste. No disfrutaba nada, no quería ir a ninguna reunión familiar o de amigos ya que no deseaba que me vieran. No me quería ir de viaje, me daba pánico el tener que ir a la playa, y al llegar el frio me asustaba no encontrar abrigo de mi talle”.

“Logré mi objetivo y lo superé”

Sin embargo, el apoyo de José Luis, su marido, de Mateo y Nicolás, sus hijos, y de sus entrañables amigos Beatriz y Daniel fue crucial para afrontar, quizás, el mayor desafío de su vida. Ellos la sostuvieron para que lo lograra, tolerando sus cambios de humor, nervios y miedos.

“Una de las condiciones para poder acceder a la cirugía era bajar previamente 10 kilos. Me pareció demasiado y no sabía cómo lo iba a hacer, pero no tenía opción, debía hacerlo. El médico me contactó de inmediato con una nutricionista que me ayudó un montón. También empecé a hacer caminatas y cinta, ya que uno de los requisitos era comenzar con actividad física de inmediato. Logré mi objetivo y lo superé, al día de la cirugía había perdido 11 kilos y medio”, se enorgullece.

Le cambió la vida

A seis meses y medio de la operación, Marcela lleva bajados, en total, 39 kilos y está a cuatro de llegar a su objetivo. “Me siento tan bien como nunca, ha cambiado mi estado de ánimo, la expresión de mi cara, mi energía. Tengo ganas de bailar, salir, celebrar, arreglarme, ir a la peluquería, vestirme con lo que me guste, comprarme ropa, maquillarme para verme bien para mi marido, pero primero para mí”, aclara.

Hablando de los sueños que tiene para su vida cuenta que cuando festejó su cumpleaños, al soplar las velitas, pidió seguir contando y disfrutando del amor de su marido y de sus hijos, salud para poder estar con ellos, sentirse y verse bien y quererse más.

“Hoy siento que esos deseos se han cumplido, me siento feliz. Pero no es solo un cambio estético, sino que además tengo más confianza en mí misma. El desafío es seguir así, llegar a mi meta y luego seguir trabajando para mantenerme aquí. Estar atenta, alerta, disfrutar, pero no recaer, no volver ni mañana ni en un año ni nunca”.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/desde-chica-sufrio-mucho-por-su-peso-me-avergonzaba-que-mi-marido-me-mirara-me-cambiaba-con-la-luz-nid13042024/

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