La difícil tarea de que los políticos sean concretos con respecto al sector externo
Por cuestiones de estudio y de trabajo me ha tocado vivir varios años en países lejanos y diferentes no sólo entre sí, sino también con respecto a Argentina. He residido en Suecia, Australia y...
Por cuestiones de estudio y de trabajo me ha tocado vivir varios años en países lejanos y diferentes no sólo entre sí, sino también con respecto a Argentina. He residido en Suecia, Australia y Canadá, además de haber pasado una temporada en Alaska – lo cual no fue precisamente un tour de pesca con mosca. Así las cosas, he observado y vivido distintos momentos económicos y sociales en relación a estos países con sus altos y sus bajos, sus momentos de crisis y de bonanza. Cualquiera fuera el caso, los economistas brillaban por su ausencia ante los ojos del gran público. Es más, las pocas veces que aparecía algún economista en televisión, resultaba un personaje tan oscuro como desconocido, compenetrado en índices y números que sólo él comprendía, razón por la cual el tiempo que se le asignaba en los canales de aire era mínimo.
En la Argentina, sin embargo, sucede exactamente lo contrario. Hace ya décadas que los economistas son tratados y consultados casi como gurúes del futuro y expertos en lo que vendrá. Explican si hace tal cosa o no se hace tal otra, lo cual exponen con envidiable pericia al realizar analogías con situaciones de la vida diaria, como los precios suben por el ascensor y los salarios por la escalera, o al paciente hay que operarlo y no darle aspirinas o estamos a bordo del Titanic mientras que el Capitán está ocupado con Netflix, además de explicar hasta el cansancio que no se puede gastar más de lo que se recauda.
Sin embargo, hace ya 40 años que se debaten exactamente los mismos temas y no se avanza ni un solo casillero en el juego de la oca global. Por el contrario, el país no deja de retroceder en casi cualquier segmento que uno quiera medir.
¿Son necesarios los economistas? Por supuesto que sí, aunque sin liderazgo político queda muy claro que vamos para atrás. Ahora bien, la Argentina sí tuvo liderazgo político en estos últimos 40 años, y fue del malo, es decir, pésimamente enfilado, con malos aliados, ideológicamente sesgado y enemigo de lo privado, sólo por resumir brutalmente.
Políticas de EstadoEn estos países que he mencionado, era muy usual ver en la televisión lo que decían estrategas de energía, especialistas en geopolítica, expertos en comercio exterior, inversores en grandes proyectos de infraestructura asociada al mejoramiento de la productividad y la competitividad externa, especialistas en la generación de negocios relativos a la descarbonización de la cadena de abastecimiento, desarrolladores de corredores y clústers logísticos con un fuerte sesgo a la generación de divisas, y muchos otros temas.
Pregunto, y a su vez sugiero a los políticos: ¿por qué no profundizan en sus presentaciones y plataformas temas relativos a la proyección de Argentina hacia el Asia-Pacífico y el Indo-Pacífico? ¿Por qué no subrayan con trazo grueso los beneficios y desafíos que traería para el país la ratificación del tratado Mercosur-UE? ¿Por qué no comunican el impacto que tendría la materialización de varios corredores bióceánicos para las economías regionales?
¿Por qué no hablar más de estrategia internacional y menos de gasto público o déficit de empresas del Estado? No es que esto último no tenga su importancia, pero la verdad, ya cansan siempre con lo mismo.
La macro hay que ordenarla y sanearla, rápido. Para esa tarea se requiere de buenos economistas encolumnados atrás de un liderazgo político occidental, ético, estratégico, y pragmático. Pero también se requiere de estrategas del sector externo con foco en agregar valor y generar mayores economías de escalas con el mundo y para el mundo.
El autor es director del Master en Supply Chain de ITBA y de la Especialización en Comercio Internacional de la Universidad Austral