La noche del 4 de abril recibió en su casa a unos treinta amigos muy cercanos, porque asegura que no le gustan las grandes fiestas de cumpleaños.

“Los 75 años me pegaron con aires de nostalgia y estuve a punto de adelantar mi vuelo a París, adonde viajo en breve. Pero finalmente decidí quedarme, para brindar con mis íntimos de toda una vida”, le dice Roberto Devorik a ¡HOLA! Argentina la mañana siguiente.

No hubo dress code sugerido (la mayoría vistió looks formales y se vieron muchas corbatas) y el clima fue muy relajado, con pizzas y empanadas (de Pizza Cero), vinos y champagne de Luigi Bosca, tortas varias y café. Las velas en los candelabros del coqueto departamento de Devorik en Recoleta ardieron hasta pasada la una de la mañana. Y el gran lujo fue el concierto que dieron tres músicos de la Escuela Superior del Teatro Colón.

Roberto es un viajero frecuente y pasa muchos meses en Europa, preferentemente en Viena y en París, es habitué de las casas de ópera más importantes y conoce y representa a artistas de esas altísimas ligas clásicas. Antes de introducir a los concertistas, el dueño de casa dijo unas palabras de agradecimiento a sus amigos y adelantó que el broche de oro sería “Adiós Nonino”, de Ástor Piazzolla, en honor a su adorada madre, Emma Saint-Félix, ya que el 5 de abril se cumplieron diez años de su muerte.

Emma fue una pionera de la alta costura en Buenos Aires, “una mujer admirable, trabajadora, detallista al máximo y también muy buena golfista”, la elogiaron muchos de los invitados, entre los que estaban la periodista Cristina Pérez (en solitario; su pareja Luis Petri, ministro de Defensa, se encontraba en Ushuaia junto al presidente Javier Milei), Javier Iturrioz, Martín Cabrales, Roxana Punta Álvarez, Fernanda Martínez Castro, Malena Álzaga, la soprano Sara Fleming, el decorador Rafael Cash (h), el escribano Eduardo Rueda, Poupée Van Dorssen y Graciela Domenech. Con el brindis y la mesa dulce, siguieron las charlas y las fotos de recuerdo y la despedida de un ágape inolvidable.