Boca: Marcos Rojo, un líder influyente que... jugó poco y deberá rendir examen cuando vuelva para renovar el contrato a fin de año
En la ola de ausentes que, muy de a poco, se va haciendo más acortada dentro del plantel de Boca, hay un nombre que en los hinchas genera prácticamente un consenso desde el extrañamiento, el car...
En la ola de ausentes que, muy de a poco, se va haciendo más acortada dentro del plantel de Boca, hay un nombre que en los hinchas genera prácticamente un consenso desde el extrañamiento, el cariño y cuánto los representaba portando la cinta de capitán: Marcos Rojo. Cuando parecía retornar tras superar la grave lesión de ligamento cruzado, sumó 45 minutos en la reserva y se desgarró en el inicio del presente mes, algo que figuraba como una gran posibilidad debido a su historial y semejante última inactividad. La espera se hace, por lo tanto, más larga y el bajo nivel de los centrales actuales la potencian. Al mismo tiempo, necesitarlo tanto puede ser contraproducente: la lesión muscular es un llamado de atención al cuerpo técnico, que deberá ser cauteloso con su vuelta a la primera.
Un líder imprescindible por el que se aguarda, pero que estará inevitablemente en examen al volver: su contrato finaliza en diciembre y en un puñado de días puede mirar otros destinos, más allá de la aparente voluntad mutua de continuar ligados, pero su influencia para el equipo puede ser tan preponderante como los números fuera de la cancha durante su estadía de más de dos años.
Tiene su lado lógicamente injusto de analizar debido a que la rotura de ligamento cruzado siempre demanda, de mínima, seis meses. A Rojo, incluso, lo llevó a dedicarle una recuperación de siete. Es decir que la cantidad enorme de compromisos en los que debió estar alejado engrosa la estadística y la convierte en un aspecto observado negativamente con atención. Más allá de eso, en varias ocasiones, la institución puso escudos protectores a la hora de comunicar sus lesiones mediante los partes médicos: puertas para adentro priorizaron cuidarlo de las críticas que pudieran surgir por las experiencias del zaguero zurdo en la enfermería. Entonces, Boca no está exento del expediente que arrastra.
La ruptura de fibras musculares que está experimentando actualmente, esta vez en el recto anterior derecho, resulta ser la sexta desde febrero de 2021, momento en el que inició su recorrido con la camiseta azul y oro. En una de sus primeras prácticas ya sintió una molestia muscular, por lo que debió hacer una pretemporada personal que demoró su debut. En abril ya se informó un desgarro en el isquiotibial de la pierna derecha, mientras que al mes siguiente volvió a quedarse afuera (ya definitivamente de la temporada) por sufrirlo en el aductor izquierdo.
En octubre de ese año, según el informe médico, se contracturó el sóleo, pero tardó casi un mes en volver. Ese tipo de lesiones no llevan ese tiempo de recuperación... Claro está el ejemplo de aquella contención institucional. Durante una buena etapa no sufrió alteraciones, a tal punto de que recién en agosto de 2022 volvió a pasar por la lesión muscular en la misma zona. En el medio, la rotura de ligamento y el ya mencionado posterior último desgarro a comienzos de este mes.
Las cuentas son claras. Desde su arribo, Boca disputó 121 encuentros, entre parte del ciclo de Miguel Ángel Russo (en el medio, un partido dirigido por el asistente Leandro Somoza), Sebastián Battaglia, Hugo Ibarra, el interinato de Mariano Herrón y lo que lleva transitado Jorge Almirón. El capitán pudo jugar 59 (55 de titular) y, por lo tanto, se perdió 62. Más afuera que adentro, aunque se insiste que la grave lesión del año pasado contribuye notoriamente.
Con el primero, disputó 14 de los 30 compromisos que compartieron. Con Battaglia, jugó 37 de los 55 que ocupó su etapa. De la mano de Ibarra apenas pudo jugar ocho (de los 36 que duró el ciclo) y la lesión lo privó de vivir el interinato y el ingreso del actual entrenador.
En consecuencia, el defensor, de alguna manera, estará ante una prueba al retornar. Es que su vínculo con la entidad de la Ribera finaliza el 31 de diciembre, por lo que, dentro de quince días, cuando inicie julio, Rojo estará ante la posibilidad de analizar propuestas (por su jerarquía sería extraño que no las reciba) y firmar un precontrato. Al día de hoy, según supo LA NACION, no existieron aún reuniones formales para acercar la propuesta.
Sólo el diálogo que destapó el propio jugador, de 33 años, nada menos que con Juan Román Riquelme, el vicepresidente segundo del club: “Estoy en conversaciones con Román de cara al futuro. Seguro siga un tiempo más. Estoy contento. Y él quiere que siga también”, dijo ante el Canal de Boca en abril, entrevista en la que también dejó en claro que “después hay que negociar, ponerse de acuerdo. Espero que sea lo mejor para todos”. Que se entienda: otra eventual lesión no significa que el Consejo de Fútbol no le acercará la renovación, pero todo se analiza a la hora de poner números sobre la mesa.
A Marcos Rojo se lo espera con ansiedad, por lo que significa, por los desajustes defensivos que vive sufriendo Boca, pero sobre todo para volver a comandar al grupo dentro y fuera de la cancha. Sin embargo, su vuelta también puede llegar a mirarse con atención pensando en diciembre y su continuidad.