Qué es el cronotrabajo y por qué puede ser beneficioso tanto para el empleado como para el jefe
Casi todos los días, Eloise Skinner sigue trabajando hasta la medianoche. La escritora, instructora física y terapeuta abre su computadora para revisar su correo electrónico alrededor de las 11,...
Casi todos los días, Eloise Skinner sigue trabajando hasta la medianoche. La escritora, instructora física y terapeuta abre su computadora para revisar su correo electrónico alrededor de las 11, toma el turno de mediodía o tarde en el gimnasio de Londres en donde imparte clases de ejercicios y luego se sienta a revisar sus proyectos en profundidad después de las 19.30. Para entonces, dijo, “el mundo se quedó en silencio” y se siente más capaz de concentrarse.
La autoproclamada “noctámbula” de 32 años lleva años planificando su trabajo basada en su biología, incluso en diferentes empleos y zonas horarias. “Suena un poco extremo, pero es simplemente un reflejo del hecho de que realmente me concentro alrededor de las 8, 9 o 10 de la noche”, explicó Skinner, y agregó: “Entonces es cuando soy más productiva”.
En medio del creciente deseo de trabajo flexible después del Covid-19, los trabajadores están cada vez más interesados en el tipo de arreglo que tiene Skinner, y muchos presionan a sus empresas para que adapten sus horas de trabajo a los niveles naturales de energía para lograr la máxima productividad. El enfoque se llama “cronotrabajo”.
Acuñado originalmente por la periodista Ellen C. Scott, el cronotrabajo permite a los empleados deshacerse del horario de oficina estándar y elegir horarios que coincidan con sus “cronotipos” personales: el momento natural en el que sus cuerpos quieren dormir.
Según el psicólogo clínico y “médico del sueño” estadounidense Michael Breus, existen cuatro cronotipos. Según sus encuestas, 55% de las personas encuentran la máxima productividad a la mitad del día (de 10.00 a 14.00); 15% se adapta mejor a empezar temprano en la mañana; 15% trabaja mejor hasta altas horas de la noche; y 10% tiene un ritmo circadiano más errático, que puede variar de un día a otro.
Sin embargo, a pesar de estas variaciones, la tradicional jornada laboral de ocho horas -de 9 a 5, inventada por los sindicatos estadounidenses en el siglo XIX- sigue siendo la norma. Como resultado, muchas personas deben trabajar fuera de sus horas preferidas de máxima productividad.
En una pequeña encuesta realizada en enero, casi 1500 trabajadores estadounidenses, el 94% de los encuestados, dijo que ese era el caso, y el 77% dijo que las horas de trabajo estándar obligatorias afectaban su desempeño laboral.
Para hacer frente a la situación, casi la mitad dijo que toma siestas durante la jornada laboral; el 42% consume cafeína para mantener los niveles de energía; y el 43% utiliza técnicas de manejo del estrés, como la atención plena.
El cronotrabajo no es nuevo, pero atrajo más atención desde la pandemia, a medida que el trabajo remoto e híbrido se generalizaron, afirmó Dirk Buyens, profesor de gestión de recursos humanos en la Vlerick Business School de Bruselas. “Ya no pasamos casi una hora viajando entre las 7.00 y las 9.00, y podemos entender realmente cuándo somos más productivos y cómo sacar el máximo provecho de nuestro trabajo”, agregó.
A los trabajadores, especialmente a los más jóvenes, les gusta la idea de adaptar sus horarios a sus horas más productivas, pero las empresas también se beneficiarán del cronotrabajo, añadió Buyens. Permitir que el personal trabaje cuando está en su mejor momento podría mejorar el rendimiento y el bienestar, con un efecto positivo en la retención de empleados. “Si los trabajadores están contentos y sus jefes les permiten trabajar horas que se adapten a sus necesidades, será más probable que permanezcan en la organización”, señaló.
No es un fenómeno generalizado. Muchas empresas todavía lo consideran poco convencional y para otras el arreglo puede no funcionar, como las empresas orientadas al cliente o aquellas vinculadas a factores externos, como el horario del mercado de valores. Sin embargo, algunas empresas que no tienen estas limitaciones (a menudo con fuerzas laborales distribuidas globalmente) lo están introduciendo.
Ninguno de los 17 empleados de la plataforma de empleo Flexa, con sede en Londres, sigue el mismo patrón de trabajo. En cambio, expresó la directora ejecutiva, Molly Johnson-Jones, son libres de armar sus días en función de cuándo se sienten más productivos. Algunos empiezan a las 07.30, mientras que otros no se conectan hasta las 11.00 y trabajan hasta bien entrada la noche.
Es la opción adecuada para la organización remota, afirmó. “No tiene sentido que todos necesitemos trabajar juntos al mismo tiempo. Se obtiene mucho más de las personas si se opera en torno a diferentes cronotipos”, aseveró.
El enfoque tiene el beneficio adicional de normalizar horarios flexibles para los padres o aquellos con otras responsabilidades que dificultan cumplir con las restricciones de 9 a 5, agregó: “Se compite en igualdad de condiciones”.
Sin embargo, el cronotrabajo podría crear desafíos prácticos, advirtió Buyens. Por mucho que el enfoque garantice a los trabajadores independencia y la capacidad de tener una jornada laboral no lineal, los miembros del equipo todavía necesitan al menos algunas “horas cruzadas” para reuniones y proyectos compartidos.
También deben conocer las horas de trabajo individuales de cada persona. Los gerentes pueden tener dificultades, tanto para supervisar el rendimiento del personal como para asegurarse de que haya líderes disponibles para apoyarlos en todo momento, añadió.
Sin embargo, para algunas de las empresas que adoptan el cronotrabajo, existen formas de solucionar estos problemas. Por ejemplo, Flexa requiere que todo su personal esté en línea durante el horario principal de 11.00 a 15.00. Esto permite al equipo “realizar rápidamente” tareas compartidas. Otras empresas utilizan software para grabar reuniones y compartirlas con los miembros del equipo que no se unieron, lo que ayuda a cerrar la brecha del trabajo asincrónico.
Los beneficios superan con creces los desafíos, consideró Johnson-Jones. “Sacaremos más provecho de las personas y las personas serán más productivas si pueden operar según sus propios cronotipos”, afirmó, y cerró: “Algunas personas son mañaneras, otras prefieren la noche y otras están justo en el medio. Todos somos diferentes, por lo que no se puede esperar que prosperemos en el mismo entorno”.